viernes, 12 de diciembre de 2008

No a los murmuradores

Era un buen hombre, trabajador y sencillo. Se llamaba Jeremías. Después de mucho esfuerzo para juntar sus ahorros compró un huerto en el cultivaba verduras que luego vendía en el mercado. Otra ilusión que tenía: comprar un burro para que le ayudara a llevar las cosas y productos al mercado. Llegaron las ferias de San Miguel y por fin vio colmado su deseo y adquirió el burro deseado.
Lleno de alegría emprendió el regreso de vuelta a casa. Junto con su hijo y el borrico. Por no cansar demasiado al animal, al que comenzaron a tener gran cariño, los dos iban andando. Al pasar por un caserío y ver la cara de satisfacción de padre e hijo, oyeron comentar a la gente: “Jeremías parece tonto. Tiene burro y van caminando padre e hijo”.
Percibiendo lo sensato de la observación, y teniendo en cuenta los pocos años de Tomasín, le hizo subir al burro.
¡Ojalá no lo hubiera hecho! Porque, apenas lo divisaron los de otro caserío, exclamaron con santa indignación:

- Parece mentira que un muchacho tan joven vaya tan cómodo y su padre a pie. Dicho y hecho: Tomasín dejó la montura a su padre y prosiguieron el camino llenos de gozo. Poco más adelante aparecieron unas señoras que comenzaron a murmurar en alto:
- Miren qué cariño el del padre al hijo. Él tan grandote, montado y el crío andando.
Siempre atento Jeremías a las razones de los demás, hizo que también el crío se montara en el burro. Ambos iban felices cuando aparecieron las voces de unos vecinos que le conocían:
- Qué pasa Jeremías, ¿quieres matar al burro el primer día, haciéndole cargar con dos?
Jeremías y Tomasín hicieron un alto en el camino. Entonces pensaron un plan para llegar a casa con el burro, sin ser blanco de las críticas ajenas… Su mujer, que aguardaba impaciente, no podía dar crédito a lo que vieron sus ojos:
- ¡Qué ocurrencia! ¿A quién se le ocurre traer el burro en brazos?
- Mujer – musitó Jeremías, ya sin fuerzas: - “Era la última posibilidad. No nos quedaba otra”.
Después de contar lo ocurrido, su mujer le convención para que desde entonces hiciera lo que creyera justo, sin prestar oídos a los murmuradores. Feliz como antes, respetando a los demás, se dedicó a su trabajo. Ahora con el burro que le proporcionó mejor y más descansada vida.

Frases de Murmuración.
• Ni gusto de murmurar ni consiento que delante de mí se murmure; no escudriño vidas ajenas ni soy lince de los hechos de otros. Cervantes quijote, 2ª p. cap. XVI
• Tanto vale ser alabado de los buenos como vituperado de los malos. Cicerón.
• Si observáis cuidadosamente quiénes jamás encuentran una alabanza para otros, que siempre calumnian, que de nadie están contentos, hallaréis que son precisamente aquellos de quienes nadie está satisfecho. Bruyére.
•Convendría imponerse esta regla de conducta: no repetir nunca una afirmación malévola sin contrastar antes si es cierta. La verdad, sin embargo, sería que se suprimiría toda conversación. Maurois, A.
• Por ruin que haya sido el pecado, son más ruines los que de él se gozan. G.Miró.
• El que de los otros habla mal, a sí mismo se condena. Petrarca.

Cuento y frases copiadas de un librillo

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Exelente el cuento traido a tu nube y las frases sobre la murmuración... pues es cierto que habria mas silencio en el mundo y quizas mas comprension con menos palabras, solo las que interesan...

Saludos y felicitaciones

Unknown dijo...

Gracias Tony, me alegra que te guste.
Saludos y felices fiestas para ti y los tuyos.