Mis pies son el segundo corazón que mueve mi cuerpo.
Sin ellos o con algún tipo de dificultad no podría caminar como camino. No podría abrazarme en la cama al cuerpo que descansa a mi lado y me acompaña.
No podría bailar, pasear, no podría sostenerme en pie.
Por eso yo los cuido como a un santuario. Ellos son el pilar de mi catedral (mi cuerpo) Si ellos fallan, las piedras (huesos) que forman todo el pilar se vendrían abajo. Y caminaría en silla de ruedas. Igual de importante que mis pies, es mi cabeza, y ella es sostenida por la columna, que ésta a su vez se afirma en los pies.
La forma de como yo tenga amueblada mi cabeza, no está relacionada ni con los pies, ni con la columna. La personalidad se forma con el rodar del día a día. Y es la que nos diferencia del resto de las demás personas.
No creo que haya una personal igual a otra. Cada persona tenemos unas características o cualidades originales que destacan del resto.
Ummmmmmm, que me he enrollado mucho para enseñar parte de mis piernas y mis pies.
Mis pies son los más perfectos del mundo.
Me llevan donde quiero.
Se paran cuando yo les doy la orden.
Si están tristes caminan si se lo pido.
O se agarran a la soledad igual que un vagabundo
en mitad de la calle estancado.
Mis pies son el sostén de la torre de mi cuerpo.
Son el comienzo de las piernas,
la continuidad de unos muslos que esconde la Rosa más preciada,
en donde el caudal que mana de mi fuente,
es el agua que más sacia tú sed.
Mis pies también dibujaron mis gráciles caderas,
y en el centro de mi cuerpo sostienen un hoyuelo llamado ombligo,
donde se esconden la cuarta parte de tus besos.
porque una mitad se los beben mis pechos.
Mis pies aguantan mi cuello,
ése en el que escondes tu carita,
cuando quieres llenarme de caricias.
Mis oídos escuchan tu travieso sonido al bailar.
Mis ojos cuentan los pasos.
Y mi boca se enciende y gime,
cuando tus pies y los míos se enredan.
Cuando ombligo con ombligo,
comienza la danza que juntos vamos a bailar.