... Asustado, muy asustado al no ver nada cuando miraba por la ventana.
Lo último que vio el día de antes, fueron los rodrigones que él mismo había puesto en el huerto para sujetar las tomateras, y que los tomates crecieran sanos pendiendo de las ramas.
La angustia le invadió y echó a llorar.
Ahí fue donde se dio cuenta, que no estaba ciego, pues sus lagrimas se agolparon y no corrian por su cara. Le habían puesto una venda después de operar sus cataratas.
Evidentemente no estaba ciego, pero de memoria aldaba algo escasito.
2 comentarios:
<hola nena! Tanto tiempo!! andas vacacionando y yo sin internet a mano jejeje ya nos veremos, Besitos
Hola hermosa Pam. Sí de vacasciosnes, pero ya queda poco.
Besos ya nos veremos
Publicar un comentario