domingo, 9 de diciembre de 2007

Puente de la Constitución

Titititiriti tititiriti… oigo entre sueños y enrollada entre las sábanas de franela un tono suave pero a la vez pasmoso. Es la melodía de mi móvil. Mi compañero, desde Hinojosa de San Vicente, me hace una llamada de que ya es hora de levantarse. Él se fue temprano a echar una mano para ayudar a la mantaza que cada año hace su hermano.
Me estiro todo lo larga que soy ( jajaja aunque mis centímetros no llegan ni a 1,52), abro los ojos pero la habitación está densa y oscura, podría tener ante mis ojos un enorme carbón que la oscurece. Doy un pequeño giro y descubro unos pequeños agujerillos uniformes, son los de la persiana bajada hasta abajo. Por ella se escapan como pequeños puntos de luz que juegan y se enredan formando una pequeña cortina picada.

Echo sábanas y manta para atrás y mi cuerpo como flotando, cae a tierra. Mis pies se encuentran con la suavidad de una alfombra de lana, los acaricia, pies y alfombra se funden en un cálido abrazo, es un momento especial, éste cariño sólo se lo demuestran por la mañana y en la noche. Han de aprovechar el máximo tiempo para estar fraternalmente unidos.
Subo la persiana y me encuentro de frente con un bello espectáculo lleno de colorido. El sol está radiante y se ha vestido con sus rayos de una luz luminosa casi cegadora. Los tejados, el Canto Hituero y la sierra que tengo frente a mi ventana, que da al oeste, se percibe una gama de colores que van desde el ocre, color oro, verdes pistachos, verde esperanza…

Con la ventana abierta mi nariz se nutre y aletea con rapidez. Huele a pueblo en invierno. En ella se instalan olores a humo que salen de las chimeneas, a guisos de pucheros que están al amor de la lumbre, a las especias del chorizo y las morcillas, a costillas en adobo que el vecino de al lado preparó ayer en la matanza de los cerditos.

Cerré rápido la ventana, el día era frío, los rayos, aun no tenían fuerza suficiente para dar calor. Intenté leer un rato en la cama, pero mi inspiración esta embrollada y mi mente no prestaba atención. Sólo me dediqué a mirar a través de los cristales que comenzaban a llenarse de vaho.
Me enfundé en mis vaqueros, sujeté mis turgentes pechos con ropa interior y me embutí un jersey de lícra. Seguido me coloqué un polar fino, y desgastado por las muchas lavadas que había recibido.
Limpié la casa, preparé la comida, y me di un pequeño paseo por la carretera. A las 14 horas ya estaba mi compañero en casa y poco después llegó mi padre. Comimos…
A las 15 ,30 salimos al campo. Una vez llegamos al destino Antonio se quedó quemando broza seca y poniendo agua fresca y comida a las abejitas.

Mientras él estaba con su hobby yo me fui a pasear. Llegué hasta la pradera, un lugar donde mis tiernos huesos antaño, descansaron mucho cuando de pequeña mis abuelos me llevaban a la era. Allí empecé a hacerme amiga de la luna, las estrellas y los ruidos nocturnos del campo.
De pronto un gato que más bien parecía un pequeño tigre, pues sus lomos estaban bien nutridos, estaba gordo como un torrezno, no sé de qué se alimentará, hizo su aparición. El animal se rozaba contra mí y se metía entre mis piernas según iba caminando, en algún momento estuve apunto de aplastarlo porque me hizo tropezar con él en varias ocasiones. Parece estaba deseoso de caricias. Estuvo todo el tiempo como una lapita pegado a mis piernas.


Hice algunas fotos por el lugar y como a las dos horas de tan grata compañía fui al encuentro de Antonio que es mi excelente compañía del día a día, amante... Allí se quedaba solo mi amigo ocasional, pero seguro tiene dueño, se ve muy bien cuidado.
Llegamos a casa, una duchita y al bar a beber y tragar humo. El oxigeno puro del monte, pronto se convertiría en humo de cigarro que sin ser fumadora directa, sí lo soy pasiva.
Como a las dos horas de estar envenenando mis pulmones, una ráfaga de aire fresco de nuevo los invadieron. A las 21,30 ya había helada y el aire era frío como el hielo.
Subimos casa a cenar, vimos una película de miedo. Sobre las 12,30 nos metimos en el sobre a jugar un ratito y después a dormir. Mañana seria otro día .

Viernes a la misma hora que el día anterior, y allá en las profundidades del mar, suena la melodía del tititiriti… Ni las sardinas, mejillones ni cangrejos, se dan por aludidos a la llamada. Ellos están tan adormecidos como yo, invernando en sus camas de arena mojada. Yo en mi cama seca y caliente por la temperatura de mi cuerpo, eso sí, solo caliento donde me acuesto. No muevo ni un centímetro más allá de mi contorno por miedo a que se me pueda congelar.

Estiro un brazo hacia el cabecero para dar la luz de la lámpara que cuelga del techo como una enorme araña.
Mis ojos pegados se niegan a abrirse. La luz cegadora invade la cornea y mis niñas delicadas del color verde aceituna y gama transparente como la miel. Un repentino flash clava sus puntiagudas uñas. Se aprietan como concha de ostra amenazada por un depredador para dañar y robar su tesoro.

Mi compañero al otro lado de la línea, cuelga para darme tiempo a desperezarme y volver de nuevo a llamarme y sonar el sonido estridente de mi móvil.
Una vez mis niñas caprichosas de un verde aceituna y transparentes como la miel creen estar preparadas para recibir el nuevo día. Localizo mi móvil, le doy los buenos días y las gracias a mi compañero y me doy otra vuelta. Cinco minutitos bastaran para emerger de las profundidades marinas y encontrarme con la realidad terrestre.

Levanto la persiana y el mismo espectáculo del día anterior. Frente a mis ojos hay una pequeña selva de rebollos, higueras, morales… que destellan con los rayos solares. El sol ya se bebió el Rocío que al alba se posó en las ramas. Algún pajarillo se pelea con una lombriz que saco de la tierra. Los asnos rebuznan y los caballos trotan jugueteando. Algún gallo no dejó de cantar y se le escucha su afonía.

Una ducha rápida para entonarme y quitar las legañas. Desayuno con kéfir. Preparo un cocido madrileño y mientas tanto hago camas y limpio baños. A las 12 de la mañana todo limpio y comida y cena preparada. Bajo a la biblioteca para charlar un rato con amigos y amigas. Un cartel con letras grandes indica que está abierta de 16,30 a 19,30. Me doy un paseo por la carretera, y de nuevo a seguir con las faenas.
14 horas llega Antonio harto de coger aceitunas negras para rajar y poner en bicarbonato. Prepara él la mesa. Mi padre se retrasa. Acude a las 14,30 y dice que se tiene que afeitar antes de sentarse a comer. Le quito la idea y digo que mientras yo friego el se asee. A la tarde iríamos a visitar a una vecina que está en una residencia. Y yo tenía prisa para estar cuanto antes de vuelta en biblioteca.
Bajamos a Talavera de la Reina y visitamos a nuestra vecina que por nombre lleva Inocencia. Allí está tranquila, con sus compañeras y su inseparable amiga, una botella de oxigeno y un compresor que es lo que la da la vida. Se alegra al vernos y sus ojos se llenan de perlas transparentes que corren feroces por sus mejillas contraídas. Mi padre igual que un niño hace pucheros y derrama también sus lágrimas.

Pero rápido todos reímos y hablamos de cómo está el barrio, las novedades y ella saca el tema de las personas fallecidas. Está más informada que nosotros. Sus hermanas y sobrinas la visitan con asiduidad.
A la hora nos despedimos y ella salio a la puerta. Se desconecta las gomas que pone en los agujeros de la nariz para que le llenen de oxígeno pulmones y sangre. Se quedó contenta.Este árbol lo adornaron las abuelas y abuelos. La cinta blanca son palomitas de maiz unidas con por un hilo. Y el Belén lo hizo el dueño de la residencia, según nos dijo Inocencia.










A las 17,30 ya estaba yo en la biblioteca. Allí no había nadie. La puerta de al lado estaba con juerga y risas de niños. Pero en la biblioteca, nada. Se ve que hizo puente el bibliotecario.
Desanimada llegué a casa y comencé este pequeño relato. A las 20 horas vinieron unos primos de Antonio a por mí. Antonio estaba en la peña ultimando algún que otro detalle con los responsables.
Al poco se reunió con nosotros en el bar y a beber y respirar humo de los cigarros y pulmones de los demás.
Sobre las 21,30 subimos a cenar y ya no bajamos. Antonio se qeudo abajo, en la cocina, vio la película Leones por Corderos, y una servidoras aquí está, redactando el día de hoy.
Y ahora ya las 00:10 nos vamos a lavar los dientes y jugar un ratito a lo que surja.

Otro día más se presentaba y era el sábado. Cuando sonó el tititiriti… ya llevaba yo un rato leyendo en la cama. Desperté pronto. Hoy tenía muchas cosas que hacer. El sábado le dije a mi compañero que me despertara a las 9 de la mañana, pues tenía mucha faena por delante. Una de ellas era preparar comidas para dejar a mi padre por lo menos para 12 días. Le he dejado tres días libre para hacerse filete fritos con patatas y huevos fritos que le encantan.
Una vez terminada la cocina, quería subir a visitar a Mari Carmen, a Jesús y a su pequeña Beatriz… y ya de paso, a sus tíos Carlos y Maite. Pero por el camino me encontré con estos últimos. Nos saludamos y una visita menos.
¡¡¡ Oye!!!. ¡¡¡Mira que casualidad!!! Que estoy pensando que están todos a mano: Mari Carmen y familia piso de arriba, Carlos y Maite en el piso de abajo. Y mi amiga Presen en el mismo barrio jajajaja, es toda una coincidencia. Presen también estaba y claro que una visita recibiría.

Después de cotorrear un ratito volví a casa. Al poco llegó mi padre. Le corté el pelo, se dio una ducha y mientras tanto puse mantel, platos, cubiertos… Pasados unos minutos llegó Antonio. Comimos, charlamos un poco y entre Antonio y yo recogimos la cocina.

Antonio se fue a no sé que de la peña y yo de paseo con mi amiga Presen y Beatriz, la peque de Mari Carmen. Tomamos dirección los Guijos y se estaba de maravilla. Nada de viento corría, se ve que al ver a tres bellas damas se quedó sin aliento. Mientras tanto el sol nos daba su calor. El viento amainó para que pudiéramos estar disfrutando del lindo paisaje que se percibe desde el Parque de los Guijos.

Este hermoso lugar es un parque de recreo donde vienen mayores y niños. Hay columpios y recintos para jugar a la petanca. Aquí en verano se hacen competiciones. Está en un lugar que tiene unas preciosas vistas. Estando allí se me ocurrió que seguro en pleno verano y a media noche con una luna llena, y el cielo cargado de estrellas, tiene que ser todo un lujo poder ver. Ya lo experimentaré este verano y os contaré.






Sobre las 17,40 dimos la vuelta y cada mochuelo a su olivo.
Yo me fui a casa a ducharme y poner guapa, esa noche teníamos la cena para la entrega de trofeos taurinos, a las mejores faenas de las pasadas Fiestas Patronales.
Como he terminado y aun mi compañero no ha venido a recogerme, aquí estoy moviendo las yemas de mis dedos. Ellos están gorditos porque es así su constitución, no porque estén parados, pues hacen a lo largo del día muchas flexiones y estiramientos.
Esperaremos mientras llega a recogerme, seguiré acariciando las teclas. Toca esperar, hasta que el señor se acuerde qué tiene que venir a por mí, mientras tanto le plancharé una camisa y el pantalón para esta noche.


Salimos rumbo al Restaurante El Collao. Conducía Jesús, así Antonio podría beber, eso es lo que nos dijo. Bueno ya estaría yo al tanto para que no tomara más de un cubata. Cenamos, hicieron la entrega de trofeos, bailamos, charlamos, reímos. Hubo cambio de pareja, ¡¡¡ehhhhh!!! sólo para bailar, que nadie piense mal jajajaja.
Sobre las 2,30 de la madrugada devuelta a casa. Esta noche no jugamos, estábamos cansados y rápido nos quedamos dormiditos como dos chicos buenecitos. Pam, ahí tienes a tu parienta Maite bailando con Antonio.


A las 10 de la mañana tocó diana el despertador. Yo estaba perezosa y no había quien me levantara de la cama. Eche algunos sueñecitos, di vueltas como una peonza, todo esto mientras Antonio preparaba los bolsos del viaje. Y como a la media hora después de haber desayudo él subió y ya sí que me tiro la ropa para atrás jajajaja.
Preparamos el resto de las cosas entre los dos; Antonio fue a los recados y yo me quedé preparando la comida. Nos gustaría comer pronto y así salir temprano para no encontrar caravana por el camino.
Y lo demás es todo rutina como os podéis imaginar.

6 comentarios:

Sefa dijo...

!!Vaya,vaya! te has pasado un buen fin de semana largo, te ha dado tiempo para hacer un montón de cosas, fotos, comidas y baile. Me alegro, eso quiere decir que tu pié está en orden, de lo que me alegro mucho. Un beso. Sefa

Unknown dijo...

Gracias Sefa. Sí, me ha dado tiempo hacer muchas cosas, han sido muchos días. Mi pie está muy bien gracias, ya va bueno.
Besos

ANTONIOGUZZO dijo...

ua exelente narracion, un exelente fin de semana para no olvidar... ademas vamos conociendo amistades y costumbres... muy buen relato Isabel. Es un privilegio poder leer esto, muy bueno
saludos

Anónimo dijo...

¿Os tocó carabana? el sábado si había. Se os ve muy sonrientes en la cena. Me alegro de que lo hayas pasado tan bien. Un beso.

Unknown dijo...

Gracias Tony, muchas gracias. Para mí si que es un privilegios que me leas, gracias de verdad. Me alegro te guste.
Saludos

Unknown dijo...

Hola Mar, no, vinimos muy bien. La carretera iba cargada pero bien. Salimos de El Real sobre las 15 horas y llegamos aquí a las 17 horas. Gracias otro beso para ti.