Por fin he recuperado este mi blog.
No me acordaba de la contraseña y por fin lo he recuperado.
Voy hacer un cuentito para festejarlo.
... Su rostro era como el de una pasa. Arrugas que dibujaban carreteras y montañas, y pómulos salientes que eran como grandes precipicios.
Nariz afilada como la de una espada, ojos hundidos en donde sus cuencas no tenían ni el menor atisbo de brillo. Como si se le hubieran empañado los ojos por la soledad y la oscuridad de su casa. Sus orejas se transparentaban por la poca alimentación que ingería. Prácticamente estaba a base de infusiones y achicoria.
Manuel en sus tiempo fue un caballero de los pies a la cabeza. Un hombre fuerte de hombros anchos, brazos fortalecidos y dedos de las manos suaves y largos. Era Don Manuel. De buena familia y con una educación exquisita. Trabajó en colegios privados y educó a ministros y Presidentes de Gobierno.
Era un buen profesor aunque algo severo a la hora de enseñar.
Se jubiló y el tiempo fue aislándolo. El fue decayendo como una gran catarata hasta estrellarse en la tierra y ser absorbida por su sequedad.
En sus ratos de coherencia maldijo varias veces el haber educado a esos presidentes y ministros que sin escrúpulos estaban llevando el país a la ruina. Recordaba como a veces esos alumnos embobados en la historia aplaudían las guerras y lo que sucedió en ellas. Se jactaban de las personas que pasaban hambre y vivían en la miseria. ¡¡Lastima!! Pensaba de no haber cogido un látigo y haberlos puesto el culo rojo y en carnes viva para que sufrieran, y el sufrimiento los hubiera hecho más sensibles. Ahora él vive en la miseria despues de toda una vida dedicado a los demás. Su pensión se esfuma con rapidez en los medicamentos que tiene que pagar, en las ambulancias que periódicamente tiene que coger para ir la hospital hacerse un tratamiento para purificar la sangre que sus riñones no son capaces de limpiar.
Además le han quitado la Ayuda a Domicilio y por este motivo se siente más solo que la una y apabullado en mitad de la soledad.
Don Manuel cada noche recuerda a esos alumnos que un día él educó en colegios privados y ahora son sus verdugos porque son los que dirigen el país. Ya a Don Manuel sólo le quedan fuerzas para pensar en dormir y no volver a despertar.
Es un cuento inventado, si alguien se pica es porque come ajos.
No me acordaba de la contraseña y por fin lo he recuperado.
Voy hacer un cuentito para festejarlo.
... Su rostro era como el de una pasa. Arrugas que dibujaban carreteras y montañas, y pómulos salientes que eran como grandes precipicios.
Nariz afilada como la de una espada, ojos hundidos en donde sus cuencas no tenían ni el menor atisbo de brillo. Como si se le hubieran empañado los ojos por la soledad y la oscuridad de su casa. Sus orejas se transparentaban por la poca alimentación que ingería. Prácticamente estaba a base de infusiones y achicoria.
Manuel en sus tiempo fue un caballero de los pies a la cabeza. Un hombre fuerte de hombros anchos, brazos fortalecidos y dedos de las manos suaves y largos. Era Don Manuel. De buena familia y con una educación exquisita. Trabajó en colegios privados y educó a ministros y Presidentes de Gobierno.
Era un buen profesor aunque algo severo a la hora de enseñar.
Se jubiló y el tiempo fue aislándolo. El fue decayendo como una gran catarata hasta estrellarse en la tierra y ser absorbida por su sequedad.
En sus ratos de coherencia maldijo varias veces el haber educado a esos presidentes y ministros que sin escrúpulos estaban llevando el país a la ruina. Recordaba como a veces esos alumnos embobados en la historia aplaudían las guerras y lo que sucedió en ellas. Se jactaban de las personas que pasaban hambre y vivían en la miseria. ¡¡Lastima!! Pensaba de no haber cogido un látigo y haberlos puesto el culo rojo y en carnes viva para que sufrieran, y el sufrimiento los hubiera hecho más sensibles. Ahora él vive en la miseria despues de toda una vida dedicado a los demás. Su pensión se esfuma con rapidez en los medicamentos que tiene que pagar, en las ambulancias que periódicamente tiene que coger para ir la hospital hacerse un tratamiento para purificar la sangre que sus riñones no son capaces de limpiar.
Además le han quitado la Ayuda a Domicilio y por este motivo se siente más solo que la una y apabullado en mitad de la soledad.
Don Manuel cada noche recuerda a esos alumnos que un día él educó en colegios privados y ahora son sus verdugos porque son los que dirigen el país. Ya a Don Manuel sólo le quedan fuerzas para pensar en dormir y no volver a despertar.
... mientras tanto cada día amanece y hay algún pobre más.
Es un cuento inventado, si alguien se pica es porque come ajos.