A las nueve de la mañana bajamos a la plaza para hacer la marcha de la juventud y hacer el recorrido de algunas de las fuentes del pueblo. La primera parada fue en la Fontarrona. Parece que es uno de los pozos más antiguos del lugar.
De aquí seguimos hacia los Moralillos y llegamos al pozo de los Moralilos, un paseo muy agradable con un camino de tierra y muchos árboles a ambos lados.

Del rico agua que sale de sus caños dorados y son recogidos en unas pilas talladas en piedras, es de donde se abastecen las caballerías y demás animales. Las pilas tienen una abertura en uno de sus extremos, y su agua va a parar a un reguero continuando su camino y llegando a una gran cuna de piedra que es un los pilón grande. Aquí antaño las mujeres con cestos llenos de ropa echaban todo el día para lavarla. En la parte de abajo del pilón, quitaban lo más sucio, de esta forma no envolvían todo el agua con la suciedad. Y una vez quitado los restos de suciedad, pasaban a la parte de arriba para terminar de lavar. Las ropas eran tendidas en las piedras y sobre la hierba. Mientras se secaba la ropa aprovechaban para comer. Esta agua desde el pilón va a parar a una alberca que sirve para regar los huertos. Es de agradecer la gran obra del dueño del manantial al donar sus ricas aguas al pueblo.
Seguimos por la carretera para llegar al Caño de la Gasolinera. Allí también llegó el avituallamiento con refrescos y saladitos que todos tomamos para reponer fuerzas y continuar camino hasta la Fuente de los Praos. Los Praos es un lugar fresco y muy cercano a la piscina del Castañar. De su manantial corren por la pradera abajo aguas frescas y cristalinas que van humedeciendo la tierra y arropando con un manto de hierba fresca que sirve como alimento para las ovejas que por allí van a pastar. A su paso, el agua va formando pequeñas charcas con limpiadores. Estos insectos son los que limpian el agua de las diminutas charcas criándose por primavera buenos berros y pamplina en ellas. Esta agua es almacenada en pequeñas y artesanales albercas para después poder apagar la sed de los huertos que hay por los alrededores.
Y la última parada la hicimos en la piscina. Antes de llegar y poder darnos un baño dejamos atrás callejas por donde había zarzas con sus zarzamoras rojas aún por madurar y otras ya negras, maduras y en su punto, que embellecen el lugar. El agua pasea con parsimonia escapándose de alguna fuente que rebosa impregnando el lugar de humedad y haciendo que las diversas hierbas, con olor a menta y poleo, envuelvan el ambiente forjando a su paso oxigeno puro y perfumado.
El paisaje que se puede contemplar camino hacia el Castañar, es como un inmenso Arco Iris que impregna de armonía y candor las paredes de la cuna que envuelven el valle en donde descansan las casas de El Real de San Vicente. Se pueden contemplar las Cabeza del oso y sus rocas del color de la plata que relucen invitando a que paseantes cercanos al lugar, se sienten para descansar. En los Praos hay huertos con la tierra movida porque las patatas sus dueños ya las sacaron. Aun hay tomates que colorean y pepinos que re verdean dando bonito color a la tierra. Las higueras están a punto de que sus higos comiencen a madurar. Los perales y manzanos llamando la atención a los pájaros que aun sin estar sus frutas maduras ya se dan buen festín. Los castaños con sus erizos verdes y aun por engordar. Los cerezos reponiéndose de tanta caricia como han recibido al recoger las maduras y deliciosas cerezas que en los diferentes huertos en el mes de Julio, llamaban la atención colmadas de esas diminutas bolitas de color carmesí.
Los caballos se quedan asombrados y a nuestro paso nos saludan y sacan sus cabezas por las puertas artesanales de madera. y Algún que otro niño se queda rezagado recogiendo zarzamoras y ofreciendo un aperitivo a tan noble animal.


Llegamos a la piscina y algunos muy valientes se dieron un buen chapuzón. La mañana estaba agradable pero fresquita. Corría una fina frisa que a su paso enlazaba a las nubes que cubrían parte del cielo, y las llevaba de paseo para no dejar que vertieran sus barrigas llenas de agua. En principio eran nubes blancas de algodón que a lo largo de la tarde fueron tomando diversas formas, y se convirtieron en grises y negras amenazando lluvia. A las catorce horas un plato enorme de macarrones con chorizo, carne picada y unas salchichas rellenas de queso, brincaban alegres en nuestros platos esperando a ser degustadas. Bien por la cocinera y por los pinches que hicieron tan delicioso manjar. Y bien por los que colaboraron para que la MARCHA DE LA JUVENTUD tuviera un día agradable y lográramos disfrutar y compartir una pequeña parte de las historia de nuestro pueblo, El Real de San Vicente.
Después de la comida, el resto de la tarde era libre para aprovechar y nadar aquellos que no son tan pasmados y el fresco nos les amarga un día de piscina y deporte, después de una gran caminata de cuatro kilómetros. Y aquí despedimos a la MARCHA DE LA JUVENTUD que fue seguida desde pequeños/as de cuatros años, hasta personas de espíritu muy joven de la tercera edad.
MARATÓN FEMENINO.
Cuando se lee lo de maratón asusta y algunas mujeres pensamos que no podremos hacer este tipo de competencia. Pero este año me he decidido y por primera vez he hecho el maratón. No es tal la competencia y si es un gran paseo. Aquí da igual llegar la primera, estar en el medio o la ultima. Todas recibiéremos un gran premio. El orgullo de ser mujeres y compartir lugares de nuestro pueblo o del lugar en el que pasamos el veraneo. No es necesario ser del pueblo, ni estar empadronadas, en este maratón se acoge a todas las mujeres con ganas de participar. Lo importante es asistir y compartir una gran caminata en donde se va hablando y contando experiencias.
Partimos de la plaza y llegamos hasta la Cooperativa, aquí seguimos hasta los Moralillos, . Continuamos el maratón con varias cuestas. Proseguimos por el Barrio Nuevo para tomar el camino de las Dehesillas. Seguido llegamos hasta el Alto de la Encina que está en los Descansaeros. Pasamos por la Praera Machuca y de vuelta al pueblo. Llegamos a la calle del Cementerio y seguimos dirección los Guijos. Aquí algunas mujeres se columpiaron y también hicieron deporte. De nuevo calle abajo hasta llegar a la plaza y a tomar un chocolate con dulces bizcochos.
Me habían dicho que el maratón femenino era suave y de poco recorrido. Suave sí, pero el recorrido era más extenso que la Marcha de la Juventud. Seguro otros cuatro kilómetros se hicieron mis pies llevando encima a mi cuerpo.
La partida comenzó en la plaza a las nueve de la mañana y llegamos a las Peña el Piélago a las diez cuarenta y cinco, donde un chocolate a temperatura ambiente nos esperaba acompañado de bizcochos duros y blando que al son de la música bailaban y saltaban a nuestros vasos, para ser empapados en chocolate y degustados por nuestras bocas y estómagos. Se pasó bien y es otra experiencia más que seguro repartiré en próximos años.