Y enormes pájaros que despertaron de la noche, surcaban el cielo. Sus recias alas se iban batiendo con ímpetu. En su abanicar espantaban a las nubes e iba disipando y tupiendo los ojos de las estrellas. La noche se iba retirando y la sustituía un nuevo día. Un nuevo amanecer se iba asomando como fantasma asustado y adormecido, acunado por el alba. El sol con su timidez abría su ojo en la lejanía del este. Una bola de fuego con luz anaranjada invitaba a un nuevo día. Cesó la quietud de la noche. Las aves, árboles, flores y demás criaturas vivas, cantaron a la vida.
Minicuento que inventé y envié allá por noviembre, y parece que aun no he sido seleccionada como ganadora.